El cuidado del medio ambiente ha llevado a replantear el desarrollo de la mayoría de nuestras actividades productivas; en esta nota te contamos algunas iniciativas orientadas a reutilizar desechos de distintas industrias para desarrollar nanomateriales que pueden ser aplicados en la remediación ambiental, la medicina, los alimentos y las energías limpias, entre otros campos.
Comprender el impacto de la actividad humana sobre el ambiente es un tema que va tomando con el tiempo mayor relevancia; cada vez resulta más evidente que si no modificamos ciertas prácticas, el deterioro pueda llegar a ser irreversible. Las preguntas que surgen a partir de esto son las siguientes, ¿qué hacemos para conservar los espacios naturales? ¿cómo resolvemos el tratamiento de los residuos? ¿qué podemos hacer para contaminar menos? Sin dudas, no son preguntas simples de responder y los cambios que debemos fomentar implican un gran número de complejidades.
Ahora bien, en este marco general, ¿puede la nanotecnología aportar desarrollos en una dirección amigable con el medioambiente que impliquen su aprovechamiento sustentable y al mismo tiempo su cuidado y conservación? De forma incipiente y vislumbrando un posible camino, áreas como energía, agroindustria y alimentos cuentan con una serie de proyectos que van en esa dirección, teniendo como objetivo desarrollar tecnología útil para nuestra vida y, a la vez, amigable con el medioambiente.
Dos de las industrias que generan mayor cantidad de desechos y contaminación son la pesquera y la forestal; en nuestro país, la primera de ellas sobre la costa atlántica y la segunda en la regiones centro y norte provocan este tipo de problemas ambientales. Si bien lo ideal sería reducir drásticamente la explotación de los recursos marítimos y forestales respecto de los niveles actuales, existen iniciativas que buscan aprovechar los residuos y reutilizarlos de alguna manera beneficiosa y sustentable para disminuir ese impacto. Un ejemplo concreto es la obtención de quitina y quitosano del exoesqueleto de crustáceos – langostinos y camarones -, parte de la biomasa desechada que se acumula en basurales en distintos puntos de la costa argentina.
Estos biopolímeros naturales son biodegradables – en muchos casos de tamaño nanométrico -, no tóxicos y pueden ser aplicados en envases para preservar alimentos, actuar como soporte para el encapsulado de fertilizantes, remediar aguas contaminadas con cromo y otros metales pesados e incluso tener posibles usos biomédicos. En Argentina, existen 12 grupos de investigación – distribuidos en las provincias de Buenos Aires, Chubut y Capital Federal – vinculados a la nanotecnología que desarrollan líneas de trabajo con quitina, quitosano y otros derivados obtenidos a partir de los desechos mencionados.
La otra industria que mencionamos es la forestal y en ella también existen iniciativas por parte del sistema científico – tecnológico argentino para encontrarle un uso a los desperdicios generados, principalmente trabajando en la producción de biomateriales y biocombustibles – como el bioetanol – a partir de residuos. Un ejemplo concreto es la nanocelulosa; si bien esta puede ser obtenida por medio de producción bacterial – línea en la cual hay trabajando algunos grupos de investigación en Argentina -, la mayor fuente de la cual se obtiene este nanomaterial es de origen vegetal.
Los desechos de la industria forestal como las fibras de madera o harina o los de la agroindustria como las cáscaras de arroz, las fibras de algodón, sisal y yute, por nombrar algunos ejemplos, son fuentes a partir de las cuales se puede obtener nanocelulosa, la cual es utilizada en la producción de envases y embalajes biodegradables, en la encapsulación de fertilizantes, en la liberación controlada de principios activos de uso médico y en la regeneración de tejidos. En Argentina, existen 10 grupos de investigación – distribuidos en la provincia de Buenos Aires, Misiones, Formosa, Córdoba y Capital Federal – vinculados a la nanotecnología que trabajan en líneas de desarrollo relacionadas con la obtención, estudio y aplicación de nanocelulosa.
Por último, vamos a mencionar el caso de la industria electrónica que debido a su constante recambio fruto de la obsolescencia de los dispositivos tecnológicos, genera una masa creciente de residuos y una fuente cada vez más relevante de contaminación. En esta dirección, existen grupos de investigación que trabajan en la recuperación de litio, cobalto y otros metales de interés obtenidos a partir de baterías agotadas de notebooks y teléfonos móviles. Si bien, se podría considerar que esto resulta insuficiente, generar iniciativas orientadas a la recolección de basura tecnológica para la recuperación y el reciclado de materiales es una medida necesaria para reducir la acumulación de plásticos y la contaminación por medio de metales tóxicos.
Probablemente, la mejor forma de conservar o recuperar el medio ambiente sea evitar lo más posible la intervención de los seres humanos y, así, disminuir el impacto que ello genera. No obstante, también se pueden buscar alternativas sustentables para garantizar la continuidad de ciertas actividades indispensables: la producción de energías limpias (solar, eólica y mareomotriz), la agroindustria sustentable y el tratamiento de los residuos son algunos de los campos fundamentales para lograr un desarrollo ambientalmente amigable y, en todos ellos, la nanotecnología puede jugar un rol relevante.
Palabras claves: celulosa, quitosano, polímeros naturales, fertilizantes orgánicos, biocombustibles y desechos tecnológicos.