En un presente donde la sociedad se plantea comer mejor, evaluando cómo se producen y qué contienen los alimentos, al mismo tiempo que toma en consideración el impacto ambiental de su proceso de elaboración, te contamos de qué manera la nanotecnología puede aportar en esa dirección.
Ante esa necesidad de obtener alimentos más nutritivos y saludables, desde el sector científico – tecnológico argentino han surgido iniciativas orientadas a desarrollar nanomateriales de origen orgánico y biodegradable que pueden, al ser incorporados en ciertas comidas, utilizarse como agentes vehiculizadores de ácido fólico, omega 3 u otros minerales. Algunos ejemplos de estos nanomateriales con capacidad de encapsular principios activos son las emulsiones comestibles de aceite de chía, los nanocristales y las nanopartículas de almidón de quínoa o los agentes liposomales que se emplean para proteger y mantener la capacidad antioxidante de las vitaminas E y C, incorporados como aditivos en leches y jugos.
Al mismo tiempo que se ha trabajado en la producción de materiales para encapsular, también se han desarrollado líneas de investigación para sintetizar principios activos de tamaño nanométrico – buscando potenciar sus propiedades -, como las nanopartículas de clara de huevo y ácido fólico, los polvos con extractos de frutos rojos – producidos por aspersión y muy ricos en compuestos bioactivos – o las nanopartículas de yerba mate, también con propiedades beneficiosas para la salud y obtenidas a partir de desechos agroindustriales.
Así como interviene en la producción de los alimentos, la nanotecnología también ofrece aportes en la fabricación de packaging – envases y embalajes -, obtenidos a partir de materias primas de origen natural, con el objetivo de reemplazar a los envoltorios y envases tradicionales hechos a base de plásticos. Un caso concreto es el Grupo de Polímeros y Materiales Compuestos del IFIBA (UBA – CONICET) que desarrolló un material biodegradable, elaborado a base de almidón de mandioca y nanocristales de almidón waxy.
Este nanomaterial que puede ser sintetizado en forma de gel o de película delgada, presenta muy buenas propiedades mecánicas y de barrera, es incoloro, flexible y retarda la migración de humedad, el transporte de gases y solutos, lo que lo vuelve una muy buena alternativa para la conservación de frutas, verduras y otros alimentos frescos. Al mismo tiempo y por medio de la técnica de extrusión y soplado, se ha utilizado ese mismo material para fabricar bolsas compostables: ver video.
Otra de las grandes áreas de intervención de la nanotecnología en la cadena de alimentos, es en el desarrollo de métodos para la determinación del estado de conservación de los mismos. En los últimos años, se han fabricado sensores que por medio de parámetros colorimétricos y en contacto con el alimento – se usa por ejemplo en cajas de leche -, nos permiten determinar su pH y, de esa manera, saber cuánto tiempo lleva ese producto en la góndola y si está en condiciones de ser consumido.
Por último, se puede mencionar otra área de intervención de la nanotecnología que no está estrechamente vinculada a nuestra alimentación pero que de alguna manera se relaciona. Existen iniciativas que buscan nuevas aplicaciones para productos que habitualmente consumimos como alimentos, como es el caso de la encapsulación de aceites esenciales de orégano y tomillo para la obtención de nanoformulados que pueden ser utilizados como pesticidas naturales, en reemplazo de los agroquímicos que se utilizan actualmente. Estos compuestos bioactivos, que son encapsulados para otorgarles mayor estabilidad, presentan muy buena actividad antimicrobiana, lo que los convierte en una muy interesante alternativa para el control biológico de determinados patógenos de importancia agroalimentaria.
Según el relevamiento realizado por la Fundación Argentina de Nanotecnología para la publicación del Mapa Nano, en nuestro país existen 41 grupos de investigación, vinculados a la nanotecnología, que llevan adelante líneas de desarrollo en el sector, ya sea en la producción de alimentos nutricionalmente mejores, como en la fabricación de envases biodegradables, por nombrar algunos de los más relevantes.