Las incubadoras acompañan a los emprendimientos desde que son una idea con potencial hasta su consolidación comercial. En Cuyo, Chaco, Córdoba, el AMBA, Santa Fe y Neuquén hay diferentes ofertas públicas, privadas o mixtas.
*Por Mariano Wolfson para la Revista Innovación para Pymes y Emprendedores
Las incubadoras ofrecen herramientas para que los emprendimientos puedan salir al ruedo como empresas escalables con un impacto positivo en la comunidad. Con foco en la formación y la asistencia técnica, brindan soporte en las instancias de ideación, validación del modelo de negocios y consolidación. No suelen aportar fondos propios, aunque varias colaboran para que los emprendedores puedan acceder a líneas de financiación de distintos estamentos estatales. Y aunque algunas ofrecen espacios físicos para que los proyectos se radiquen, también se observa una tendencia a migrar los programas hacia la esfera virtual. En la Argentina varias universidades disponen de ámbitos de incubación.
La Universidad Nacional de Cuyo conformó el propio –Uncuyo- en 2004, que nació como una incubadora de base tecnológica y luego empezó a incorporar proyectos innovadores y de impacto económico, social y ambiental. La entidad realiza una convocatoria anual y plantea una preselección en la que se trabaja sobre el grupo emprendedor durante seis a ocho jornadas.
Luego, cada equipo puede presentar mejoras frente a un jurado y, en esa instancia, se seleccionan los proyectos que se pre-incubarán –entre seis y 10 por año-. El período de pre-incubación se extiende por seis meses y su objetivo es lograr una validación técnica y económica. A ella sigue la etapa de incubación, que dura dos años y se enfoca en llevar el proyecto al mercado. Luego, como etapa previa a la “graduación”, hay una pre-aceleración en la que se prepara a los emprendimientos para que consigan rondas de negocios.
Uncuyo tiene un espacio de uso compartido para reuniones, pero en 2020 adaptó su modelo para trabajar de manera virtual. Durante la preselección y pre-incubación ofrece el servicio sin costo. Para la incubación, en cambio, se proponen distintos modos de retribución. “Al principio los emprendedores se acercan interesados en los servicios más tangibles, como asistencia técnica, capacitaciones y espacios físicos; pero terminan valorando lo que genera capital social y agrega más valor, que son los intangibles, como las redes de contactos y las reuniones con mentores”, asegura Juan Pablo Bustos, coordinador de Uncuyo.
Los estudiantes primero
En Chaco, la incubadora de la Fundación Intecnor se lanzó en 2006 por iniciativa de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) Regional Resistencia (donde funciona actualmente), que además sumó a la Unión Industrial del Chaco y al Ministerio de Industria provincial. “Las convocatorias son abiertas para todos, pero nuestro foco son los estudiantes universitarios y los proyectos de base tecnológica. Pero no necesariamente de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TICs), ya que la tecnología puede estar presente a nivel de los procesos”, explica Lorena Rivero, gerenta de la incubadora. La incubación es gratuita para los equipos. “Y si bien no ofrecemos espacio físico, hay un lugar para hacer capacitaciones y reuniones”, indica, por su lado, Daniela Tenev, presidenta de la Fundación Intecnor. Esta entidad propone un primer período de preincubación (ideación y validación) de cinco encuentros. Y a partir de ahí los emprendedores pueden continuar con la fase de consolidación, cuya dinámica se desarrolla a medida. Cada año la incubadora abre una convocatoria para cuatro o cinco proyectos. Si bien en 2020 puso el foco en las capacitaciones virtuales y no realizó la convocatoria anual, este año ya lanzó el llamado para nuevos proyectos.
Por su parte, la incubadora FIDE fue creada en 1997 en Córdoba por la Municipalidad, la Universidad Nacional y la regional local de la UTN. Al principio, convocaba emprendimientos de base tecnológica, pero luego fueron sumándose otros de diseño aplicado y recursos renovables. Tiene una convocatoria anual y ofrece tres programas consecutivos -validación, equilibrio y consolidación- que duran 12 meses cada uno. “Cada equipo tiene un tutor con el que concreta entre dos y tres encuentros mensuales; se van planteando objetivos y se asientan los hitos alcanzados”, cuenta Candelaria Argüello Pitt, gerenta de la incubadora. Y añade: “Los ciclos de capacitaciones son compartidos y enriquecen mucho, ya que allí empieza a traccionar la magia de estar en comunidad”.
FIDE tiene un gran predio en el que ofrece espacio físico a 21 equipos, cada cual con su box y acceso a salas. Los emprendedores pagan por el servicio una tasa mensual subsidiada. Por otra parte, FIDE está desarrollando una plataforma virtual que le permitirá extender su alcance. Esta incubadora hace hincapié en la vinculación con el ecosistema emprendedor: “Cada mes tenemos un encuentro con un empresario de Córdoba: los emprendedores le presentan su desafío más importante y el invitado hace una devolución. Además, asignamos mentorías y vinculamos a los proyectos con inversores”, destaca Argüello Pitt.
Sectores de punta
El Parque Tecnológico Litoral Centro se ubica en la ciudad de Santa Fe y está gestionado por una sociedad anónima con participación estatal mayoritaria. Su paquete accionario está dividido en tres grupos: sector científico tecnológico (Universidad Nacional del Litoral y Conicet), gubernamental (provincia y municipalidades de Santa Fe y Paraná) y empresarial (Confederación General Económica, Confederación General de la Industria y compañías radicadas en el parque).
Desde 2003 cuenta con una incubadora que toma empresas de distintas áreas, aunque su fuerte son los sectores de biotecnología, química y servicios de ingeniería. Este espacio realiza incubación intramuros: ofrece lugar físico y laboratorios para uso exclusivo de las empresas, y los emprendedores pagan un canon mensual y expensas. Trabaja con un sistema de ventanilla abierta y selecciona nuevos proyectos cuando se produce alguna vacante. Además, ofrece un programa de pre-incubación para el armado del plan de negocios y culminación del prototipo. Y luego, al ingresar a la incubadora, se trabaja para generar una empresa con actividad comercial. “El primer contrato es por dos años, pero hay empresas que están alrededor de cinco, con seguimiento y evaluación permanente”, detalla Rubén Malizia, director de la incubadora del PTLC. Hace dos años el Parque se asoció con la Bolsa de Comercio y la Unión Industrial de Santa Fe y crearon la aceleradora del Litoral, que funciona aparte e invierte hasta U$S500.000 para impulsar empresas.
La Fundación Argentina de Nanotecnología (FAN), dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología, también cuenta con un espacio de incubación. Físicamente está instalada en el campus de la Universidad Nacional de San Martín, en el conurbano bonaerense, que ofrece espacio para que los emprendedores se instalen. Trabaja con empresas de base tecnológica y de hardware. “Actualmente hay 10 funcionando activamente”, detalla Daniel Lupi, presidente de la FAN.
La tarea de promoción tiene dos etapas. La primera es de inversión pre semilla, en la cual un investigador o empresa presenta una idea que quiere convertir en prototipo utilizable: “Si se aprueba les damos un dinero -hoy son $200.000, aunque este año se actualizará hasta $1 millón-, para que ejecute el proyecto en un año con un monitoreo muy estricto”, señala Lupi. Una vez que hicieron los prototipos y se ve que pueden funcionar, pueden pasar al espacio de innovación, que los alberga en un edificio con salas de reuniones, laboratorio y servicios de nano-fab. Allí, los emprendedores se reparten los gastos al estilo de un consorcio. “Se instalan como mínimo dos años, ya que los trabajos con hardware llevan tiempo y hay que comprar máquinas y ubicarlas”, aclara Lupi.
Idear y emprender
Neuquén IDEA es otra incubadora creada en 2015 en la agencia de desarrollo económico provincial –Centro Pyme Adeneu-, que depende del Ministerio de Producción. La iniciativa tiene un programa inicial de sensibilización -“Emprende tu vida”-, conformado por charlas cortas. Luego, sigue otro de pre-incubación e ideación, llamado “Diseña tu idea”, que está constituido por 12 encuentros teórico-prácticos que se desarrollan durante dos meses y medio. También cuenta con un programa de incubación para emprendimientos que ya están en marcha (“Top 15 emprendedor”) que dura cuatro meses y está organizado en módulos.
Los programas de Neuquén IDEA no tienen costo. Pueden hacerse de manera correlativa, aunque no es obligatorio. Se realizan una vez por año, requieren de una inscripción y luego se seleccionan entre 15 y 20 proyectos de rubros muy diversos. La incubadora posee un espacio de coworking gratuito que actualmente está cerrado al público por la pandemia. Según Maximiliano Grande, coordinador de Neuquén IDEA, “en 2020 logramos reconvertir las actividades presenciales a virtuales y el programa de incubación ahora se desarrolla vía Zoom”.